Todo encuentro casual...

“Así, toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro una cita, toda humillación una penitencia, todo fracaso una misteriosa victoria, toda muerte un suicidio”…

Borges

He creído firmemente en esas palabras de Borges, sé que las citas que tenemos a lo largo de nuestras vidas, son una oportunidad y una lección, un regalo inevitable… Así que, con este antecedente, no me pareció raro conocer a Román, tal vez es que era sólo cuestión de tiempo y circunstancias… ambos somos unos románticos incorregibles, melancólicos y soñadores… no es sólo que nos guste la trova y los poemas de amor, sino que, creo, somos de los que vivimos con el nudo en la garganta, por las emociones pasadas, recordando y al mismo tiempo, pensando en el futuro…de esos que se emocionan con lo simple y se entristecen con lo cotidiano con sólo mirar al mundo y sus abismos que casi nunca entendemos…

Era sábado, no recuerdo la hora, con exactitud, porque no uso reloj, pero mi impaciencia me obligó a caminar por la Terminal, no había mucho que ver por ahí… de pronto, vuelvo a mi derecha, lo veo buscando impaciente, (supongo que me buscaba a mí!) y le grito, ¡hey Román!, después… un lindo abrazo, y una figurita con dos pececitos traviesos…otro abrazo y… todo parecía como sí volviera a encontrarme con un viejo amigo, ¡son tantos detalles! Qué tendría que hacer una película para contarles todo…(no exagero!) fuimos a la UDLA; ¡por fin! comimos juntos… y me decía, pero no dirás “qué no dejo de mirarte”, verdad? Y yo le respondí: ¿qué acaso me vas a censurar?... y debo confesar que me apenaban sus palabras, y que seguramente más de una vez me sonrojé…recorrimos esos edificios que años antes eran su norte consuetudinario… mientras caminábamos, hablábamos….¡de todo!, del pasado, del presente, y del futuro, con esos saltos estrambóticos que suelen tener las conversaciones interesantes… visitamos el jardín de la contemplación (desde hoy mi sitio favorito) porque bien es sabido y si no lo saben, lo único a lo que en verdad me gustaría dedicarme es justo a la ¡contemplación! (todos los días me esfuerzo por ser la mejor! Jejeje,) ahí a punto de tocar el nirvana, con la levitación exacta para platicar con Buda, ya en el punto culminante del no retorno…hizo su aparición ¡el camión del gas! Nooooooooooo!, digno de un chiste cruel! porque en ese maravilloso silencio, un estruendo de ¿notas musicales? Anunciaba la aparición de ¡el gas!... Román lo sabía porque basto una pequeña nota para que me dijera, “el anuncio del camión es igualito que cuando yo estaba aquí,”… en fin es una prueba ruda, para los que intentan meditar en aquel jardín…Ya por la tarde decidimos ir a Puebla, en el camión le di los regalos que tenía para él (es muy impaciente, he de decirlo) eran unos CD’s, el último de Sabina Alivio de Luto, y todos los de Ismael Serrano, excepto el de Principio de incertidumbre, intentamos escucharlos en mis discman pero el estruendo del camión era mayor que los gritos de Sabina… llegamos a Puebla, recorrimos no sé cuántas calles, entramos, ¿por casualidad?, a las galerías del palacio municipal y vimos una exposición de colección de objetos de Raquel Tibol, y bueno nos descubrimos como unos críticos de arte excelsos; y nada más ni nada menos, vimos obras de Siqueiros, Tamayo, y otros que se asemejaban muchísimo a los dibujos que acostumbraba yo a hacer en el kinder…después de deleitarnos con aquella exposición nos dirigimos, al café galería Amparo (si mi memoria no me falla, ese es su nombre) y claro escuchamos trova!, nos tomamos un par cervezas, charlamos, cantamos, (las fotos aún no las bajo) y nos dieron las diez, y las once y las doce… y era hora de regresar a Cholula, ya no fuimos a la “Enamorada” porque parece que son medio fresas y la fiesta la terminan temprano, así que la noche llegaba a su fin, y ambos teníamos sueño, (para esas mentes perversas que quieren saber qué hicimos después, les digo que no sólo dormimos en habitaciones separadas, sino hasta en hoteles distintos, porque yo no alcancé habitación) camino al lugar donde yo dormiría, le enseñé la estrella polar, (creo que no le emocionó mucho, porque me dijo, “es igual a las otras”, bueno sí, pero es más brillante!) después vinieron los regalos para mí… una antología de Aute, un disco de Sabina, otro de Ana Belén y Víctor Manuel y uno más de Aute Alas y balas, (debo decir que me conmovió mucho ese gesto, porque es un disco al que él le tiene cariño especial, y me lo dio a mí! YUPI!)… a las cinco de la mañana unas campanadas me despertaron, y de ahí cada cierto tiempo iniciaban su concierto estruendoso!... como a las nueve, nos reunimos para desayunar, (en la “enamorada” para que no me quedara yo con las ganas de conocer el lugar) un rico buffet, fue nuestro alimento, y otra vez, hablamos ¡de todo! Hasta despotricamos contra esos entes nefastos llamados políticos…luego anduvimos por esas calles pequeñitas, llenas de gente, de colores vivos y olores nuevos, anduvimos en busca del museo de la Sidra, visitamos el balconcito donde le llevaban serenata al buen Román, visitamos otro museo, caminamos, caminamos, caminamos… cuando nos dimos cuenta era hora de partir… ¡el implacable tiempo! (como siempre!) No hicimos todo lo planeado, así que espero haya una próxima cita, por lo pronto nos veremos el 12 de noviembre aquí en el D.F, iremos a ver a Serrano al teatro de la ciudad… (He querido contarles más, pero no me alcanza el tiempo)… y como dice Román las terminales son lugares de encuentros y desencuentros, ¡ya lo extraño! me ha dejado unos abrazos y besos tiernos, una emoción que abriga mis sueños y mi corazón y una linda pulserita! Gracias Román, por las complicidades, y por esta cita borgiana…gracias, gracias...

Ixchel